Todo comenzó en un atardecer, cuando bajó del cielo un hermoso ángel llamado Natael, quien fue directo a una hermosa casa. Cuando entró iluminó todo el cuarto de Ramiro y vio un oso gigante de peluche. El ángel le dio una cajita de cristal al oso, este la abrió y la caja hizo un hechizo por el cual el oso se fue a pasear un rato con el ángel por la plaza del oeste. Era de día y no había nadie allí, ya que todos se habían ido de vacaciones.
Ellos volvieron de la plaza y se fueron los dos al cielo porque se habían hecho muy amigos.
Ellos volvieron de la plaza y se fueron los dos al cielo porque se habían hecho muy amigos.
Autora: Agustina Ojeda:
“Para escribir se necesita concentración”
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